“UN DÍA EN VILLAHUERTO”
Hace un hermoso día en Villahuerto. Como todos los días de verano, Manzana, Tomate, Naranja, Kiwi, Cereza y Ciruela, se reúnen debajo de la casa de Calabacín para llamarlo e ir a jugar en Los Rosales, el parque de Villahuerto.
Manzana llamó a la puerta de la casa de Calabacín... Toc, toc, toc...
Calabaza, la madre de Calabacín, les abrió la puerta y dijo:
-¡Calabacín! Son tus amigos.
-¡Ya voy Mamá!-respondió Calabacín.
Una vez estuvieron todos juntos, se fueron a Los Rosales.
Estaban jugando a “Busca a Manzana” cuando Naranja se fijó en una larga fila de hormigas que paseaban afanosas y les dijo a los demás que miraran.
Todos se quedaron mirándolas hasta que Kiwi dijo:
-¿Por qué no las seguimos a ver adonde van tan cargadas?
-Buena idea.-contestó Ciruela.
-Sí, ¡vamos!-dijo Tomate.
-¿Por qué no?-dijo Cereza.
Y eso mismo hicieron.
Al rato de seguirlas, Manzana dijo:
-Puf, que cansancio. ¿Podemos parar?
-Está bien...-respondió Kiwi- pararemos.
Después de la breve parada, continuaron su viaje.
Tras unos minutos siguiendo a las hormigas, apareció la hermana pequeña de Naranja, Mandarina.
-Hola chicos,-dijo la recién llegada- ¿qué hacéis?
-Seguimos a las hormigas-dijo Calabacín.
-¿Puedo ir?
-Sí, ven con nosotros.
-¡Bieeeen!
Siguieron caminando.
Al rato, llamaron a Manzana por el Frutáfono:
-Manzana soy yo, tu madre. Ven a comer, que ya son las dos y cuarto.
-Ya voy mamá, ya voy.
Y se fue a su casa. Allí, mientras comían, su madre le dijo:
-Tu padre está otra vez de viaje y no viene hasta la semana que viene.
-¿Otra vez?
-Sí, otra vez.
-Pues vaya rollo...
-No te aburras todos los días, haz algo.
-¿Como qué?
-Pues no sé... salir con la bici, por ejemplo. Hace mucho que no la utilizas...
-Tienes razón, hoy mismo saldré.
Y eso hizo. Llamó a sus amigos y salieron todos. Y así, dando pedales todos los amigos juntos, llegaron a un lugar muy lejos de Villahuerto. Ese lugar tan extraño tenía tantos árboles como ninguno hubiera soñado nunca. Tan asombrados y maravillados estaban que no se dieron cuenta de que un pequeño ser les estaba siguiendo. Continuaron su viaje y descubrieron a una extraña fruta sentada a la sombra de un árbol. Esta fruta dijo algo casi imperceptible y se quedó dormida.
Al rato, Manzana miró para atrás y descubrió al ser que les seguía. Entonces el ser trató de esconderse, pero Manzana le gritó:
-¡Eh, tu! Ven aquí.
El extraño ser le hizo caso y todos vieron que era un fruto seco.
-¿Como te llamas? ¿Por qué nos sigues?
-Me llamo Bellota.- Respondió el fruto seco.- Y solo quería saber si queríais ser mis amigos...
-Claro, yo me llamo Mandarina.- Respondió la hermanita de Naranja.
Uno a uno se fueron presentando todos.
Siguieron todos su viaje, pero con un nuevo compañero: Bellota.
Al rato vieron a Membrillo, un habitante de Villahuerto.
-Hola- Dijo Calabacín.
-¿Qué hacéis aquí?- Fue la respuesta de Membrillo.
-Estábamos dando una vuelta con las bicis y nos encontramos con Bellota.- Dijo Manzana.
-Este es un lugar peligroso chicos no deberíais estar aquí. Se dice que aquí habitan los Grasientos. Tened mucho cuidado.
Y se fue...
En ese momento caían de los árboles dos patatas fritas enormes.
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡CUIDADO!!!!!!!!!!!!- Gritó Bellota.
-Vosotros os venís conmigo. JAJAJAJAJAJA.-Dijo una de las apestosas patatas.
Y los cogieron a todos menos a Bellota que se había escondido detrás de un árbol.
Bellota les siguió y llegó a un castillo enorme donde tenían en las mazmorras a sus amigos.
Se coló por la puerta y le quitó las llaves a una hamburguesa que estaba durmiendo.
Sacó a todos y se fueron a Villahuerto. Allí se lo contaron a todos y el alcalde Don Melón envió un ejército a derrotar a los Grasientos.
Bellota se sentía fuera de lugar. La profesora Frambuesa, que no tenía hijos, le pregunto que donde estaban sus padres y el le dijo que no tenía.
La profesora consiguió adoptarlo.
Hoy ya han pasado dos semanas, Manzana y los demás fueron a buscar a Calabacín a su casa.
Después fueron a casa de Bellota para llamarlo y salir a jugar.
FIN
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